Historias de Posguerra
Paco el del Moral. Por Isabel e Isidora Moreno
Francisco Moreno Moreno, Paco "el del moral" nació en Zújar (Granada) en 1924, era el mayor de cuatro hermanos. Sus padres Josefina y José vinieron a Cantoria en busca de nuevas oportunidades, alentados por su rica vega aunque la realidad truncó a fuerza de palizas sus sueños. En un principio vivieron en un cortijo del pago del Moral, cerca de Capanas, hasta que se trasladaron al pueblo, a la Calle Orán. Subsistían gracias a la venta de leña y rastrojos (albaidas) para encender la lumbre, aunque esto ocasionó más de un problema con los vecinos de los pagos cercanos, ya que este era muchas veces la comida de los ganados. Sus relaciones con la Guardia Civil nunca fueron buenas, siendo el origen de su calvario y la causa de su muerte. Recordemos que la época en la que estamos tratando son los cuarenta y cincuenta, los más duros de la posguerra. Había mucha hambre y sobre todo mucha picaresca, los pobres para sobrevivir y los ricos para engordar sus cuentas. El estraperlo campaban a sus anchas por toda la línea del ferrocarril y ahí estaban implicados todas las clases sociales. Era frecuente que los mismos encargados de gestionar Auxilio Social simularan robos de alimentos cuando estos llegaban a altas horas de la madrugada a los almacenes situados en la Calle de la Ermita. Un camión descargaba en la puerta y otro detrás los volvía a cargar dirección al mercado negro. Después se procedía a la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil. Pero los cuerpos de seguridad ya tenían sus culpables, Paco o algún gitano del barrio de las cuevas. Después detención y paliza.
Una noche de cine, los señoritos en la platea y los pobres en el gallinero. Alguno se quejó de que desde arriba estaban tirando cáscaras de pipas. Subió la guardia civil y del bofetón que le dieron le rompieron varios dientes.
Hambre y palizas, ante esta situación decide emigrar sólo al Valle de Arán, donde se estaban construyendo unos túneles para mejorar las comunicaciones en épocas de nieve. Después se le une su mujer e hijos y se trasladan a Sangüesa (Navarra) para la construcción del Pantano de Yesa. Después de cumplir el servicio militar se pasaba a la reserva y existía la obligación de presentarse en el cuartel cada cierto tiempo. Al estar trabajando en Sangüesa, Paco no puede presentarse en el cuartelillo de Cantoria. Por este motivo es denunciado y trasladado por la autoridad hasta la cárcel de Cantoria. Su cuerpo nunca se acostumbró a las palizas, agravando si cabe su enfermedad asmática. Murió de tuberculosis a los 40 años de edad.
Paco el del Moral. Colección: Isabel Moreno
Alberto Martínez Bautista. Historia de Guerra y Represión
Domingo Martínez Bautista nació en Oria en 1919, participó en la guerra civil española y perteneció a la Quinta Del Biberón. La voz de Almería le entrevistó acerca de sus vivencias y contó: “que al acabar la guerra vio columnas de civiles caminando por las cunetas, niños a las espaldas llorando, sin agua y sin comida, viejos tullidos”. Al llegar a Cantoria, le esperaba su novia Filomena, con toda una vida por delante.
Alberto nos contó que su hermano Domingo cruzó dos veces a nado el río Segre con la documentación en la boca para que no se mojara. Después se fue a Francia por los Pirineos y lo refugiaron allí. Desde Cantoria tuvimos que mandar un aval político para repatriarlo, teniendo que ser firmado por el cura y el alcalde. Lo acompañó en el viaje Frasquito Masegosa. Estuvo en Francia ocho días y se puso en contacto con su padre a través de un telegrama. Ingresó en la guerra como voluntario. Tenía 17 años.
Cuando llegó su hermano de vuelta a Cantoria, nadie del pueblo, ningún habitante le recriminó su pasado como militante republicano.
La sangre corrió por Cantoria durante la guerra: cogieron a un guardia civil y lo asesinaron en los campos de Tabernas, y al cura lo asesinaron en el camino del cementerio viejo a tiros, según narra Alberto.
HISTORIA DE ALBERTO:
Alberto nunca había ofendido a nadie pero por una historia de amor iba a pasar tres meses y ocho días en la cárcel. Iba a cazar y llevar las cabras por la rambla de la Jata y el compañero con el que siempre iba tenía una hermana, y ésta se enamoró de Alberto. La muchacha quería conversación y un día lo invitó a la balsa del Fax, pero Alberto imaginándose sus intenciones se negó ya que la chica no le gustaba.
En venganza al desplante, escribió una carta que ponía “abajo España, arriba Francia”, le puso un sello republicano y lo mandó a correos. Allí lo descubrió Moisés, el administrador, que inmediatamente llevó la carta a la guardia civil. A continuación, fueron a buscarlo y lo arrestaron para llevarlo a la comandancia, que estaba en la casa de Pepe Tapia. Le preguntaron acerca de la carta y Alberto se defendió diciendo que no sabía ni leer ni escribir. Le respondió el guardia civil “como esto no se aclare, en tres días estás fusilado”.
La familia de la muchacha estaba muy bien vista en el pueblo por los poderosos, mientras que él no tanto. El padre de la muchacha fue quien descubrió que su hija era quien había escrito la carta. Avisó a su hija de las consecuencias que tendrían sus actos, “si no dices que has sido tú, a Alberto lo van a fusilar”. Al final, testificó y la encerraron en la cárcel de las mujeres.
Experiencia en la Cárcel
La cárcel de hombres estaba en Albox, en el Saliente. Allí se encontró Alberto a 40 estraperlistas. Se preguntaban unos a otros desconcertados porqué estaban allí, y pocos sabían contestar el motivo.
Comían siempre patatas cocidas y si eran muy grandes te tocaban menos. Al principio ponían arroz con conejo y cuando se terminaba el conejo, daban arroz solo, que se quedaba pegado en el plato de aluminio si lo ponías boca abajo.
Las condiciones eran muy duras, contagiándose de sarna por todo el cuerpo. Para desinfectar le dieron zotal, y él sin rebajarlo con agua se lo aplicó directamente en sus heridas. Le dolió tanto que estuvo durante horas restregando sus manos por todo su cuerpo, le ardía.
Cuando el capitán le comunicó a Alberto que podía irse de la cárcel, eran las 9 de la noche, y el capitán sorprendido le preguntó “¿y ahora te vas para Cantoria?” y Alberto hizo su petete rápidamente y le dijo “pues ya ves, de una corrida”.
Por una proposición de amor, Alberto sufrió un infierno de 3 meses y 8 días.
Alberto el Morronero. Colección: Familia Martínez
Dos Imagenes de Alberto tomadas el mismo día en que se recogieron los testimonios que aquí se exponen por parte de Diego Piñero y Santos Agüera.
Ingenios
Terminada la Guerra Civil, las almazaras estaban muy controladas por el Servicio Nacional de Tasas al ser el aceite un producto de primera necesidad, existiendo la obligación de entregar buena parte de la cosecha a las autoridades.
Cuando en la casa o cortijo había muchas bocas que alimentar y la producción era escasa, había que agudizar el ingenio para evitar que te requisaran la mercancía y como ejemplo, está esta imagen de piedra plana que un vecino de los Requenas (Arroyo Aceituno en el municipio de Arboleas), grabó unos surcos como se puede apreciar, picaban la oliva con una maza, llenaban unos seros hechos a propósito, les ponían para prensarlos mucho peso y así escurría el aceite hasta caer a un recipiente. Todo ello en la propia casa a escondidas de todos.
Cuando ya cayó en desuso, fue utilizada como losa en una era y después, cuando ya estás perdieron su función en pos de la modernidad y las nuevas maquinarias, se trasladó al cortijo de un nieto como recuerdo en esa misma pedanía.
Losa de prensar aceituna. Colección: Diego Bonillo