Prehistoria

Apuntes sobre los asentamientos prehistóricos en Cantoria

El Ídolo de Almanzora. Fue Luis Siret quien encontró este símbolo en la Loma de Almanzora, incluido en sus cuadernos de campo: “Ídolo cruciforme realizado en caliza marmórea color beige, formado por dos cuerpos triangulares opuestos por la zona del vértice, que representan de forma esquemática, una cabeza y un cuerpo humano, y de cuya confluencia surgen a cada lado, dos pequeños brazos horizontales de bordes convergentes. Presenta sección plana y bordes biselados. Las superficies están alisadas, aunque no pulidas. Conserva restos de córtex en la cara posterior".

En las inmediaciones de la cuenca del río Almanzora se extienden una serie de yacimientos arqueológicos, silenciosos y ajenos al paso del descuidado viandante, debido al deterioro que han producido en ellos el paso de los siglos y la posterior presencia humana. Constituyen, junto con los restos arqueológicos hallados en sus inmediaciones (gran parte de ellos en el Museo Arqueológico de Almería), los más fieles testimonios de la presencia humana en la Prehistoria, siglos antes a las primeras ocupaciones púnica y romana del municipio.

Luis Siret, el notable arqueólogo belga del siglo XIX, realizó el más profundo estudio y catalogación de la prehistoria almeriense, localizando y datando también la mayoría de estos asentamientos de Cantoria. La mayor parte de ellos corresponden a restos funerarios de ajuares que, al tratarse de estructuras semienterradas y protegidas por el subsuelo, resistieron mejor las inclemencias del tiempo. Todas ellas están recogidas en la “Lista General de Sepulturas” de Siret y en su obra La España Prehistórica (1891), a través de las cuales se permite establecer una época y cronología para cada uno de estos asentamientos. Son los casos, por ejemplo, de las estructuras circulares (rundgraber) o tholois encontrados en emplazamientos como el Rincón, junto al Cabezo de la Copa de Almanzora, donde también se hallaron restos de una necrópolis más extensa y que fue objeto de reutilización durante el Bronce Final (alrededor del 2000 a.C.).

Pero los primeros asentamientos hasta ahora datados en la localidad se remontan dos milenios antes, con las necrópolis del yacimiento de la Loma de Almanzora y la Loma de la Torre (4.000 y 3.000 a.C. respectivamente), cuyos ajuares nos revelan la existencia ya de una jerarquización social en estas primitivas sociedades.

Otros yacimientos datados en torno al 2300-3000 a.C. en la localidad son: Loma del Cucador, el Cabezo de la Copa, la Loma de Almanzora, Loma de la Torre, Loma de las Águilas, Loma de la Suerte, Loma de las Canteras y Cabezo del Almanzora, los cuales los incluye Bosch Gimpera en la Cultura Almeriense.

Uno de los pocos restos de asentamientos no vinculados a estructuras funerarias son los encontrados en el paraje del Badil en 1973. Se trata de un asentamiento posiblemente perteneciente al Calcolítico almeriense y correspondiente a dos viviendas cuyas peculiaridades constructivas difieren del modelo estructural predominante durante ese periodo, ya que su presenta una planta semiovalada. La vivienda excavada presenta una singular planta, cuya estructuración constructiva, no corresponde a una cabaña circular, ni tampoco absidal, si bien su zócalo posee un trazado semicurvo irregular configurando una planta semiovalada. La ausencia, en su fachada oeste, de los restos del muro o zócalo, y por el contrario la presencia del afloramiento del basamento rocoso natural, nos inclina a creer que existió una pared frontal rectilínea construida en barro, la cual arrancaría desde la base natural del suelo, ligeramente sobrealzada por la roca y se levantaría hasta una altura no superior a los dos metros, con una cubierta de cañizo a una sola vertiente. 

Este tipo de vivienda presenta pues unas peculiaridades sin paralelos conocidos por el momento en las técnicas constructivas de este periodo. La disposición adosada de las viviendas creemos que se ajustan a un modelo arcaizante, que ya se podría registrar en algunos asentamientos neolíticos antiguos de valle y costa próximos a zonas lacustres o de marjales. Pero también esta planimetría de las viviendas y almacenes se adapta a las economías de pastores de altiplanos y montaña baja, puesto que las superficies interiores están ajustadas esencialmente al almacenaje y al refugio. Recordemos que no fueron registradas estructuras de hogares en el interior de los pequeños recintos, motivo que nos induce a interpretarlos más como almacenes refugios o en su caso corrales. La total pobreza de restos faunísticos en el interior de estas estructuras, también la interpretamos como una anomalía en sí misma, y la única explicación se debe buscar a un pastoreo exterior o en los alrededores del asentamiento, así como una preparación de las carnes domésticas o de caza alejada o simplemente fuera de los refugios y almacenes. El adosamiento inmediato de otra estructura cerrada, tal como se ha registrado en esta excavación de El Badil, puede ser complementario a la propia vivienda-refugio, ya sea para la ampliación del almacenaje o para la guarda de pequeños animales domésticos.

En definitiva la vida de los pobladores de este asentamiento de El Badil discurriría básicamente al aire libre o en las cercanías de sus casas, pero éstas también nos inducen a creer hipotéticamente que acogerían a pequeñas unidades familiares.

Con respecto al conjunto cerámico estudiado, éste presenta unas características tipológicas propias que le confieren cierta personalidad diferenciada, como es el caso de poseer los tipos menos frecuentes de Terrera Ventura como los más comunes en El Badil. Sin embargo prácticamente se constata presumiblemente la existencia de muchos de los morfotipos localizados en aquél asentamiento.

La penetración púnica en la costa por Villaricos comenzó a finales del s. VII a.C. Desde este enclave desarrollarían la ocupación-exploración del valle del Almanzora hasta Tíjola, en Muela del Ajo, donde Acosta y Pellicer localizan un núcleo industrial y comercial púnico cuya comunicación con la costa pudo configurar el sistema económico que englobaría todo el valle. La romanización del valle, según Pastor, es pronta y general debido a la abundancia de restos. Los romanos dividen Hispania en dos provincias, en el 198 a.C.: Hispania Citerior e Hispania Ulterior. Parece bastante probable que el Almanzora fuera frontera de ambas zonas.

Muchos soldados licenciados, como premio a sus servicios recibían tierras en las ricas zonas agrícolas y mineras, se quedaba de buen grado, porque sabían que aquí estarían mejor que en el Norte de África o en Italia, desgastada esta última por las luchas civiles y las numerosas confiscaciones y repartos de tierras. Estos pequeños latifundios fue la causa importante de la romanización de Andalucía, pues en ella se instalaron grandes contingentes de colonos, antiguos soldados sin tierras, y a gente que había prestado un servicio a Roma y habían recibido en compensación tierras en el sur de España. Valga como ejemplo el verdadero origen de la aldea de Almanzora, que arranca de la época romana y donde estos implantaron una villa (villae), administrada por un vilicus, con la función de explotar la tierra mediante el trabajo de esclavos.

Las bases económicas de estas sociedades podemos encontrarlas en la minería con la explotación de las canteras de mármol de Macael (que pudo tratarse de un núcleo de población donde vivían esclavos que trabajaban canteras y posiblemente de propiedad imperial) y en la agricultura, con el cultivo del olivo, la vid y el cereal. Actividades que encontrarían su complemento en la ganadería y la explotación maderera de los montes cercanos. No hay que descartar la importancia del esparto, ya conocido en toda la región próxima a Cartagena y muy valorada por los púnicos.

Punta de flecha triangular en sílex beige, datada en torno al 4.000-3.400 a.C. (Neolítico). Hallada en la Loma de Almanzora por Luis Siret; actualmente, en el Museo de Almería. 

Fragmentos de un brazalete circular realizado sobre el borde de una valva de molusco marino bivalvo, cuyas superficies presentan un acabado pulido. Hallada en la Loma de Almanzora; actualmente, en el Museo de Almería.

Reconstrucción de como podría ser la vivienda del Badil

Asentamientos del Calcolítico, la cultura de los Millares (III Milenio a.C.)

Conjunto de molino y moledera. Edad del Bronce. Museo de Petrel (Alicante). Colección: Decarrillo

Ídolos Calcolíticos de la Loma de la Torre

Las influencias de investigadores extranjeros (Bruil, Obermaier, Siret y un extenso etcétera) dieron como resultado diversas investigaciones prehistóricas realizadas por estudiosos españoles a principios del siglo XX. Juan Cabré, uno de estos estudiosos, realizó obras como EL Arte Rupestre en España una joya de la literatura arqueológica en España. En sus diversas excavaciones arqueológicas se encuentra la realizada en Cantoria entre los años 1908 y 1947.

Juan Cabré encontró en la Loma de la Torre estos ídolos pertenecientes al periodo calcolítico, que formaban parte de un ajuar funerario de un enterramiento colectivo, propio de esta época. Estos ídolos muebles pertenecen a la tipología “ídolos de placas” (Siret: 1906) y están realizados sobre un mismo soporte de roca que es derivado en un bitriángulo.

El bitriángulo consiste en la unión de los dos triángulos por el vértice invirtiendo el de arriba sobre el de abajo. Gracias al bitriángulo los autores prehistóricos conseguían la realización plástica del aspecto antropomorfo, además, mediante la representación de los brazos, insertados en el vértice de unión, el triángulo superior pasaba a representar la cabeza y el inferior el tronco, con lo cual los autores creaban de una forma esquemática, propia del momento, la plasticidad antropomórfica deseada.

Estudio Cerámico de los restos encontrados en el Badil

A pesar de que el lote cerámico recogido, no es ciertamente abundante, sin embargo de entre las muestras determinadas, hemos ensayado reconstruir una serie de tipos cerámicos que hipotéticamente nos ofrecen una visión general de algunos galbos de las vasijas que fueron manufacturadas en este yacimiento. Con ello, no sólo hemos pretendido aproximarnos a una comparación con otras tipologías cerámicas similares, sino que también intentamos ajustarnos en lo posible a una cronología relativa lo más plausible posible dentro de la exigüidad de los datos que nos ofreció la excavación. Así pues, pasaremos a comentar los tipos cerámicos más significativos que nos muestra el conjunto de

“vajilla doméstica”, si bien este comentario se reducirá tan solo, como ya hemos indicado, a los tipos más significativos, pues por otro lado, las muestras susceptibles de una reconstrucción hipotética ya vienen ilustradas en las correspondientes figuras. Este estudio tipológico seleccionado queda referido fundamentalmente en el conjunto cerámico del poblado calcolítico de Terrera Ventura, Tabernas (Tabla 1) (Gusi, Olària, 1991), ya que en nuestro parecer dicha tabla de morfotipos constituye el más completo y abundante muestrario alfarero de entre los yacimientos de este periodo excavados hasta ahora en el Sudeste peninsular. Asimismo dicha comparación la hemos realizado con los datos que proporciona el estudio estadístico realizado sobre la población cerámica del yacimiento de Tabernas.

Por tanto para nuestro análisis utilizaremos los mismos criterios, así como las mismas denominaciones, siempre que nos sea posible. Recordemos que para realizar el estudio cerámico de la aldea de Terrera Ventura, fueron definidos unos pos cuyo significado era de ser considerados como patrones tipológicos generales, de los cuales se derivaban unas variantes que definimos en tipos y

subtipos. Ello fue posible gracias a que porcentualmente la cantidad de muestras posibilitó un estudio estadístico exhaustivo.

Así pues, del pequeño lote cerámico de la vivienda de El Badil, distinguimos un modelado cerámico caracterizado por:

Estructura física: caracterizada por una arcilla de coloración rojiza u ocre rojiza mayoritariamente, seguida por el color gris o negro en proporción inferior. La textura es basta e incluso ofrece un aspecto poroso similar al corcho. Presenta abundante desgrasante compuesto por partículas de pizarra o mica, si bien ocasionalmente se utilizó el cuarzo.

Estructura técnica: la cocción es mayoritariamente oxidante, lo cual se refleja tanto por el color de la pasta como de las superficies, ya que éstas presentan tonos anaranjados, ocres y sólo en raros casos ocres grisáceos, si bien en algunos restos se aprecian superficies con manchas oscuras, lo cual indica un deficiente horneado de tipo oxidante-

reductor. La cocción reductora sólo se presenta en raros fragmentos negros o grises, tanto en las superficies de las paredes como en las pastas. Los engobes son escasos y cuando existen presentan una baja calidad, en ocasiones con espatulados bastos e incluso con refregados toscos sobre la superficie.

Estructura modal: Del conjunto de muestras estudiadas podemos señalar que la morfología de sus bordes generalmente presentan los labios apuntados, seguidos de los redondeados, y muy raramente de los planos. Las bases probablemente, fueron plano-convexas, aunque en pocos restos se demuestra, seguidas de las convexas y planas, en estas últimas se observan improntas de cestería sobre su superficie. Las asas más frecuentes son del tipo de “tetón” en sus diferentes variantes, si bien también las “anulares” están representadas.

Sólo en dos fragmentos se han observado unas incisiones regulares, que pudieran identificarse quizás con una decoración atípica.

Estructura tipométrica: La fragmentación de las piezas cerámicas no ha permitido establecer una tipometría precisa. En este sentido destacan en general los recipientes grandes, de entre 20 a 40 centímetros de diámetro de boca, de gruesas paredes de un centímetro de espesor medio; cuya tipometría correspondería a vasijas hondas destinadas al almacenaje y al uso culinario; cuestión que por parte parece estar acorde con la distribución de los hallazgos, en su mayoría fuera de la vivienda, o bien concentrados en la entrada; si bien en el interior aparecieron cerca de hogares y mezclados con cenizas, restos cerámicos con restos de cremación. Sin embargo también existen recipientes planos y abiertos, caracterizados por los morfotipos 4, 15, y 23, que pudieran corresponder a un conjunto de vajilla constituida por platos y fuentes para contener la comida. A otros usos pertenece el escurridor o colador, cuya función podría estar relacionada con la elaboración de productos lácteos.

En cuanto al estudio de la estructura morfológica del lote cerámico de El Badil, ya hemos comentado que básicamente lo compararíamos con los morfotipos identificados en Terrera Ventura (Tabernas). Así pues, hemos podido reconocer entre los perfiles reconstruibles un total de seis morfotipos con sus variantes tipológicas propias encontradas exclusivamente en el yacimiento de El Badil. Dentro de estas variantes existen unos tipos pues que únicamente son característicos en dicho yacimiento; pero otros aún existiendo en Terrera Ventura sin embargo presentan unos atributos, como por ejemplo, las asas anulares o de tetón que también sólo se detectan en el asentamiento de El Badil. Se han identificado tan sólo los tipos 4B, 4D y 4E como variables propias de El Badil. El tipo 4B pertenece a un recipiente semihondo de cuerpo acampanado; labio redondeado; paredes ligeramente exvasadas y ruptura entre la base y el cuerpo, sin que su perfil llegue a ser carenoide, aunque

posea un ligero engrosamiento; base convexa o plano-convexa.. El tipo 4D pertenece a un recipiente plano de cuerpo abierto; labio redondeado; paredes abiertas ligeramente exvasadas y suave ruptura entre la base y el cuerpo sin presentar carena, pero con ligera protuberancia entre el cuerpo y la

base; la base es plano-convexa, El tipo 4E es igual en su estructura morfológica al tipo anterior 4D pero en este caso se trata de un recipiente mucho más pequeño; no presenta engrosamiento entre el cuerpo y la base enlazando directamente con una base plano-convexa.

De este tipo tenemos además una muestra que presenta perforaciones en la base a partir de la ruptura del cuerpo, que podría ser considerado como un subtipo, o bien sería un intento de lañado. Por lo que no lo incluiremos como tipo diferenciado.

Hemos identificado el tipo 23 B como recipiente semihondo y abierto, de paredes exvasadas y base plano-convexa. Así como el tipo 23F, no existente en el poblado de Terrera Ventura, pero sí en Badil; su morfología es aproximadamente la misma que el tipo 23B, pero como un recipiente hondo.

Imagen de la Exposición Cerámica de los Millares

Bibliografía

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