Superticiones y otras creencias populares
El mal de ojo. Por Juan Francisco García Masegosa
Sin lugar a duda el mal de ojo es un fenómeno definitivamente araigado a nuestra cultura, de tal manera que la expresión es conocida en mayor o menor medida por incluso las generaciones mas recientes.
Una de las definiciones mas detalladas la cita un medico (Dr Castillo de Lucas), en su interesante libro dedicado al pueblo de 1968 ("Retablo de Tradiciones Populares Españolas") de la siguiente manera: "Es una enfermedad o una desgracia que padece una persona por la influencia de la mirada de otra cuya vista posea ese poder malefico, según la creencia superticiosa popular".
La extensión de esta creencia no solo afecta a nuestra zona sino que literalmente no tiene limite, aunque con el transcurso del tiempo vaya perdiendo fuerza entre la sociedad. Sus origenes son primitivos y no solamente comprenderia al hombre individual sino que según la tradición puede afectar a grupos de personas, matrimonios, cultivos, casas, o incluso animales.
Por citar algunos ejemplos, ya se encontraba entre la cultura grecorromana, denominandolo "hechizamiento". San Pablo lo cita en la Biblia como "fascinación". En Andalucía y Castilla le denominamos "mal de ojo", "agueyar" en Galicia, "beguisk" en el Pais Vasco, "ull pres" en Levante, "mau-olhado" en Portugal, etc. En algunos paises sudamericanos como Ecuador lo denominan "daño o quebranto".
En general, se pensaba o se piensa que existen personas con capacidad para "aojar", y que ellas, la mayoria de las veces lo saben, e intentan no acercarse a seres susceptibles de aojar, como bebes. Citan algunos libros de cultura popular que estos individuos solían llevar gafas de sol para evitar su "aojamiento" e incluso se piensa que algunos de estos podia destruir piedras con la mirada por las mañanas, para que su poder durante el día quedase debilitado y no pudieran dañar a otras personas.
Y ¿como explicarían los expertos en la materia el mecanismo de producción?- Coinciden en que sería producido por un vapor sutil que se crea en el cuerpo del individuo y que se emana por la vista, entrando por los ojos de la víctima en cuestión.
El Marqués de Villena, que en el siglo XV estudió profundamente este fenómeno (supongo que estos marqueses tenían que matar el tiempo de alguna manera), describió en su obra los síntomas tipicos del aojado: "... ojos bajos, vista turbada, pensoso, suspiros, no sentir fuerza, tener quejas en el corazón, dolores de cuerpo, no querer comer, y no tener señales de dolencia... muda de color, alternadose sudores y escalofrios, esconde los pulgares entre la mano, bostezar a menudo y tener el oído mas agudo que antes, estreñimiento"...
En 1905, un medico canario en su obra "La fascinación en España", describía los síntomas del mal de ojo de manera similar a los ya citados.
El pronóstico del síndrome solía ser grave, de ahí que sobretodo se cultivase la prevención de la mirada de personas que pudieran disponer de ese poder, de tal forma que para curarse muchas veces se requería a la person que produjo el maleficio. Ya podemos suponer todos la cantidad de sobornos que existirían en torno al tema, y que han sido citados en algunos libros.
Con respecto al tratamiento, se han empleado a lo largo de la historia múltiples métodos como:
Los amuletos, eran usados para prevenir, que era lo importante al fin y al cabo. Podía tratarse de telas rojas o amarillas, dientes de ajo, estiércol, la quijada de un animal, la uña de una gran bestia, cabezas de lagarto o culebra. El mas frecuente entre ellos era sin duda la higa, representada por una mano cerrada y con el pulgar metido entre el índice y el medio, fabricadas en todo tipo de metales y sustancias. También eran frecuentes las medallas religiosas, escapularios, cruces, evangelios...
Para el tratamiento de ataque una vez estaba instaurado el mal de ojo y era de un pronostico reservado, se recurría a oraciones, ropa del niño debajo del altar, cataplasmas, bebedizos con hierbas, sobretodo la ruda.
En cualquier caso el tratamiento tenía siempre que ser de manos de un brujo, curandero o hechicero.
Es típico en nuestra zona que el que quiera poseer las cualidades para curar este mal, ha de aprender la oración en Viernes Santo, y siempre recibida de alguien que ya posea el don para curarlo. Os invito a conversar con algunas de las personas en posesión de esta tarea de curar el mal de ojo que existen por nuestros contornos del Valle del Almanzora (ver biografía de la tía Esparterilla).
Obviamente en este relato hemos descrito el fenómeno tal y como se refleja en la bibliografía encontrada y sobretodo espero os haya resultado divertido, o interesante al menos. Se sabe que algunos de estos "aojados" eran casos de raquitismo, tuberculosis, u otras infecciones víricas que azotaban el mundo infantil antes de las vacunas. No por ello deja de ser importante conocer el mal de ojo para comprender nuestros orígenes y comprender nuestro comportamiento ante la enfermedad. Posiblemente todos estaremos de acuerdo en que con el auge de la Medicina del siglo XXI existe una tendencia a que desaparezca, sino ha desaparecido ya de la práctica, pero siempre estará ahí formando parte de nuestra identidad y pensamiento.
La Tía Antonia de la Cuesta el Almendro de Albanchez, rezándole el mal de ojo a su nieta Joaquina. Buenos Aires 1954. Cortesía de Francisco Botella